Club Amigos Kjarkas Lima-Perú
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

LOS KJARKAS. INICIO

Ir abajo

LOS KJARKAS. INICIO Empty LOS KJARKAS. INICIO

Mensaje por NENITA KJARKAS Sáb Mar 06, 2010 7:01 pm

Los Hermosa Gonzales, la savia potosina que floreció en el valle

Las raíces de los Kjarkas hay que sondearlas en el norte de Potosí. De allí emigraron hacia Capinota los padres de siete hijos, cinco de los cuales —los varones— se dedicaron a la música


LOS KJARKAS. INICIO Ten080302ag


Angélica Melgarejo A.,
periodista

Ser músico, hace 50 años, era un reto. La música no pagaba, no daba de comer y muchas veces se debía invertir en ella sin posibilidad de obtener ganancia. Pero el sueño de convertir el gusto de empuñar un instrumento y componer canciones en un trabajo serio llevó a los hermanos Hermosa Gonzales a emprender el camino.
Desde pequeños descubrieron la habilidad para cantar, ejecutar un instrumento, construirlo y crear temas, dones que se desarrollaron en conjunto con el transcurrir de los años. “Tienen una información genética muy importante, lograron éxito porque se acercan a la juventud y le cantan al amor, se reprodujeron en cuatro continentes, desde México hasta la Patagonia los imitan”, considera Ramón Rocha Monroy, periodista y escritor.
Para Rocha Monroy, desde la aparición de los hermanos Hermosa, con el denominativo de los Kjarkas, muchos grupos musicales se introdujeron en el ruedo de difundir folklore nacional. Muchos, imitando desde la forma de vestir hasta la de interpretar el repertorio. “Todos los cantantes quieren ser como Elmer (la voz emblemática de los Kjarkas) y es de destacar que sus inventos (como grupo), recuperación de viejos ritmos y su talento lograron traspasar fronteras”.
Los esposos Hermosa Gonzales regalaron al país cinco varones y dos mujeres con talento. “Éramos siete: Wilson el mayor, le sigue Luis Castel, yo, dos gemelos que son Margarita y Ulises, Rosa y Elmer”, cuenta Gonzalo.
“Ninguno de nosotros aprendimos con maestro, con decir que no dominamos el solfa, porque a veces el solfa te hace cuadrado; el oído y el intelecto nos hacen libres, podemos volar mucho más lejos, sin mucho equipaje, mucho más libres hacia el cielo”, dice y explica que los varones lograron abrir campo para su música, pero que las mujeres, “por el tiempo que les tocó vivir”, no pudieron salir a la luz.
Las hermanas Hermosa cantan. “Nunca se animaron a hacerlo en público, antes era muy difícil pues tenían menos posibilidades de trasnocharse; hoy, gracias a Dios, hay mujeres que compiten con los varones, tienen mayor libertad”, comenta el líder del conjunto cochabambino. Sus raíces potosinas inspiraron a los Hermosa. Sus padres, oriundos de Arampampa, localidad nortepotosina, emigraron a Capinota, población de Cochabamba ubicada aproximadamente a 70 kilómetros de la capital, donde aprendieron mucho más del arte musical. “Sin Capinota quizás los hermanos Hermosa habrían tomado rumbos muy distintos”, imagina Gonzalo, quien considera el lugar como el libro inmenso de tradición. Se “nos permitió estar ahí y leerlo, ya que nuestros hermanos campesinos que bajaban de las montañas con sus sicus, con sus huayños y sus jula julas, o sus tarqueadas de Carnaval, nos dieron las bases para que los Kjarkas podamos incidir en la música tradicional de Bolivia y darles nuevos rumbos, nuevas esperanzas, campos, caminos y abrir un horizonte mucho más amplio”.
El afán de crear
Entre los 16 y 17 años, cada uno de los Hermosa comenzó a mostrar su talento. Wilson —que falleció el 11 de febrero reciente en Cochabamba— estudió agronomía, sin embargo, le dedicó más tiempo al estudio del charango y sus derivados. “Mi hermano reactivó el hualaycho, un pequeño charango, luego creó conmigo el ronroco y perfeccionó el charango; hizo que no sea un instrumento rudimentario, sino uno profesional, logró que tenga versatilidad y respeto. Él dedicó su vida a eso”.
Wilson escribió, junto a sus hermanos, el libro Que no muera la tradición y aportó como “coplero número uno” a las composiciones. “Estuvo ayudándonos con el quechua; la mayoría de las canciones que hemos hecho tiene la participación de Wilson, en su crítica o en su aporte”, cuenta Gonzalo.
Luis Castel confirma que el hermano mayor puso el sabor a las canciones, “todas las partes en quechua son de Wilson, él ponía la picardía, el poema dulce”.
El segundo Kjarka recuerda que fueron ambos, él y Wilson, quienes fundaron el conjunto. Y Gonzalo reconoce en Castel su apoyo permanente, “en la parte filosófica, es muy versado en estas cosas, en las letras y las filosofías, la profundidad del poema ha tenido que ver con él”.
“Entre los hermanos, unos son compositores, otros son músicos y entre todos hemos procurado tener una gran participación”, sigue Gonzalo, que entonces recuerda a Ulises, quien falleció a principios de los 90. “Él era el encargado de los vientos, él perfeccionó las quena quenas en si y en do, hizo las sanqas, los toyos, las laquitas, hizo de todo y estuvo afinando los instrumentos”.
Hoy, tales instrumentos de viento son universales y, de acuerdo con la explicación de Gonzalo, pueden acomodarse a cualquier otro instrumento, sea un órgano electrónico, un piano o un violín, “cercano o exactamente en el 4,40”.
Ulises construía desde los 17 años y a los 19 alcanzó notoriedad al lograr muchas escalas en las zampoñas, transformando sus cualidades.
Gonzalo Hermosa empezó en la música siendo un niño, cuando de manera autodidacta comenzó a tocar la guitarra. “Aprendí como las hojas aprenden del viento, como los pájaros que nacen con propia voz o melodía, como las piedras que también hacen música y todo es música para mí, es un don preciado que Dios nos entregó a los humanos para que podamos hacer este mundo mucho más hermoso”.
“Yo pienso que mi papá influyó en nosotros, mi mamá siempre se opuso por el prejuicio de que los músicos son irresponsables, borrachos, mujeriegos. Yo subí al escenario con una guitarra prestada, pero fue mi padre el que me compró una guitarrilla, me dijo: ‘Hijo, esta es un arma cargada, la que te entrego, puedes con ella matarte, puede ser tu ruina o puede ser tu triunfo’. Yo le prometí a mi padre que nunca iba a usar la guitarra para tocar de cantina en cantina, de chichería en chichería y con ella trabajé. Ese es el gran regalo que me ha dado”, y que Gonzalo ha sabido retribuir.
Pasaron más de 40 años en la interpretación y el director asegura que el momento importante para mostrar el desarrollo alcanzado llegó con la decisión de salir de Capinota y llegar a la ciudad, donde crecieron como artistas.
No sólo los instrumentos fueron rescatados y mejorados, los ritmos también formaron parte del trabajo; el huayño y el chuntunqui tienen el nombre de los Kjarkas. Para Gonzalo, “el chuntunqui, en su tiempo, era un ritmo desconocido y ahora no es así, no se puede desconocer porque hemos hecho que sirva al género especialmente romántico, y todos los compositores, cientos de ellos en Bolivia y en Latinoamérica, lo eligieron como alternativa ante la balada o el bolero”.
El ruiseñor desconocido
Uno de los pilares del grupo, considerado por sus hermanos “el ruiseñor o pequeño jilguerito”, fue descubierto curiosamente fuera del grupo familiar. Comenzó a cantar a los cinco años, “no lo descubrimos los hermanos mayores, sino su profesora de escuela”; a los siete años cantó una canción denominada Madre mía y con ella “hizo llorar a las personas, desde entonces ya destacó en el pueblo de Capinota y fue la estrella de su pequeña escuelita”. Era Elmer.
Para Elmer Hermosa, el canto y ser la voz del grupo “es una responsabilidad fuerte”, pues gracias a ella representó al país y conoció muchos rincones de Bolivia que, asegura, ha sido una forma para amar más su tierra.
Si la historia de los Kjarkas tiene que ver con los hermanos Hermosa, éstos no son un fenómeno aislado dentro de la familia. En ésta, cada uno traduce poesía en sus palabras, afirma Elmer. “Mi abuela, madre de mi madre, escribía canciones y poemas, escribía coplas para el Carnaval, era inspirada, hablaba en verso y cuando quería decirle algo a mi padre o llamarle la atención, le cantaba en copla”.
El más joven de los artistas, quien no conoció a su abuela, pero heredó —al igual que sus hermanos la facilidad de crear versos—, afirma tener una especie de embrujo que llega a la gente directo desde el corazón.
Elmer explica su trabajo con la música como algo muy serio, pero que no sería posible sin el ingrediente principal del “amor y cariño, a través de la música, con que queremos hablarle a la gente; nos entregamos en un escenario y vivimos cuando tocamos. Las cosas que haces con el alma, de manera natural, es lo que más puede captar la gente; nosotros cantamos con el alma y es el embrujo que mantiene vigente a los Kjarkas”.
El legado y el futuro
Antes de morir, Ulises dejó una escuela de construcción de instrumentos de viento. Con Wilson pasa lo mismo pues queda su escuela charangos “y ahora sus alumnos nos venden los instrumentos”.
Los hijos de estos hermanos músicos toman la posta. Por ejemplo, el joven Gonzalo Hermosa, hijo de Wilson, construye instrumentos, “es muy bueno en las zampoñas y quenas”, asegura su tío.
El legado de Wilson también son 500 coplas escritas y el Ulises unas 10 que irán saliendo de a poco. Lo que está claro es que, con toda la herencia, la vida de los Kjarkas será larga.
Rocha Monroy sentencia: “No se acaba aquí, hay Hermosa para rato porque es una familia brillante, intensa, que se perpetúa en hijos y lo hará en nietos que ya se han iniciado en el mismo culto por el arte boliviano”.
“Capinota, inmenso libro de tradición, nos permitió estar ahí y leerlo... sus campesinos músicos nos dieron la base”. G.H.
“Hay Hermosa para rato porque es una familia brillante, intensa, que se perpetúa en hijos y lo hará en nietos”. R. Rocha Monroy
www.la-razon.coom

LOS KJARKAS. INICIO C
<blockquote>

</blockquote>
NENITA KJARKAS
NENITA KJARKAS

Mensajes : 1
Puntos : 3
Fecha de inscripción : 02/03/2010

Volver arriba Ir abajo

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.